martes, 26 de abril de 2011

Otro año mas

   Hace aproximadamente 1 año, concluía mi primer ciclo de misionero como instrumento de Dios en Ybytymi, y en ese momento había dicho que era el final de mi carrera t que me dedicaría a misionar de otra forma, ya sea en mi familia, en mi casa, amigos u otras cosas. En ese momento tenía esa idea debido que todas las experiencias adquiridas, todos los testimonios y vivencias eran tan grandes y profundos que recalaron tan profundo y tenía miedo a perderlos por alguna mala experiencia o algo que no me guste y me lleve una mala impresión y borre todo lo lindo vivido en 3 años.

   Mis convicción era fuerte e irrevocable, inclusive ya tenía otros planes para la Semana Santa, hasta que un día se me presento una posibilidad, una suceso no elegido ni buscado por mi sino algo que surgió por sugerencia de un amigo y solo dije si para no fallar, esto era irme a un retiro espiritual.

   Ya estando en el retiro comencé a pensar un poco sobre situaciones de mi vida y otras cosas pero ninguna llevaron a decir SI a las MUC de vuelta, pero en un momento mirando un cuadro de Jesús tuve un intercambio de miradas y tuve una conexión tan fuerte que me hizo olvidar lo que había alrededor de mí, y sentía paz pero sentía algo que me apretaba muy fuerte dentro de mí que me llevó a preguntar en un todo medio desafiante! Bue! Decime ya lo que queres de mi! Que queres que haga! Al preguntar esto, me avisan que la charla en la cual estábamos participando había terminado y nos dirigimos a cenar.

   Al llegar a la mesa, me senté y pedí algo para tomar! Al beber todo baje el vaso y me percate de una tarjetita, pegada en una cartulina verde, al ver me sorprendió porque estaba ubicado enfrente de mi no así como todas las otras tarjetas que estaban esparcidas, al verla me sorprendí y al agarrarla y leerla decía: “Señor, permite servir. Esta es mi mayor recompensa”, luego de esto me quedé atónito, sin palabras y con la piel erizada, sentí algo tan fuerte y profundo y ese recado era solo la respuesta que había pedido y no tardo tanto en llegar mi contestación. Toda esa noche me pase pensando sobre ese mensaje, era un golpe duro pero tan reconfortante debido a que se sentía tan bien saber o por lo menos sentir el llamado de seguir adelante y sentirte un instrumento de Dios.

   Seguí replantándome cosas, no dando ese si todavía hasta que me encuentro con otro cuadro, uno de Jesús señalando y diciendo “Cuento Contigo”, ahí de vuelta tuve otro golpe y no me quedo mas que decir que sí.

   Fui a Ybycu’í, ya conociendo a algunas personas y conocí otras maravillosas, así como también una ciudad que necesita de Dios, una compañía que busca que Jesús les llegué y busca tener referentes, ancianos que agradecen ser escuchados, jóvenes que buscan cambiar su país, niños que necesitan de nuestras alegrías y ahora me pregunto como decir que no a eso, porque no solo ellos necesitan de esta misión. Cada misionero es profundamente tocado después de cada misión y se llena de tanto espíritu, de tanto fuego y trascurrido unos cuantos años en esto, me doy cuenta que ya es parte de mi vida.

   Ahora puedo decir que el pueblo donde nací como misionero es Ybytymi y que nunca saldrá de mi corazón! Pero en este momento, mi adolescencia misionera la viviré en Ybycu’í.

   Para una evaluación rápida del primer año solo puedo decir que las manos ya se pusieron en la obra y espero se pueda concluir de la mejor manera, solo nos resta trabajar, rezar y crecer.

                                                    Mi vida por tu misión.



                                                                                   Rodrigo Jara Correa.